domingo, 23 de septiembre de 2007

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domingo, 16 de septiembre de 2007

click!

la ciudad desde arriba
los hongos de las molduras del sur
las veredas detrás de los árboles perennes
los peatones que nunca han hecho cosas malas
las ruedas ocultas entre las piernas
el 139


la ceniza vuela gratis en la ciudad,
y las bolitas de plastilina que algún chico tiró desde su ventana siguen pegadas a los vidrios del colegio de enfrente.


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por mi ventana

alguna paloma en tu sonrisa vertical. la rima de la alas plegadas sobre la cornisa.
los clavitos inútiles
las patitas
el vitraux
y el gesto, digamos, imposible
de la estatua que canta 3 campanadas a las menos cuarto.

domingo, 9 de septiembre de 2007

sábado

anoche te encontré en Berlín
después de tantos años
y bailaste mucho
y te hablé por 1era vez, y volviste a gustarme (o casi tanto) como hace mucho
antes de tantas cosas
antes de haberte olvidado
y hoy me desperté sin resaca

Acá

Rosario se desnuda despacio
mira sus dedos pálidos suelta el cordón
sonriendo de espaldas se recuesta
,y ternura de dos labios ansiosos
contra el muro que ya no está en av. wheelright


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domingo, 2 de septiembre de 2007

Acá

Caminaron contra el viento frío y Juan hablando de una película de Greenaway. Diez cuadras hacia la parada del 102 en Rondeau. Juan le contó una trama y pensaba en los caracoles girando sobre el tocadiscos. La noche fría y las ganas de llegar a la casa. Al fin y al cabo [Ella] había venido a ver Barry Lyndon y en dos o tres días de Kubrick ni noticia.

Sentís el calor a tu derecha. Sentís la respiración a tu derecha. Dirías que casi sentís los latidos a tu derecha; pero eso solamente si pedís permiso y apoyás tu oreja derecha sobre la piel y ¿qué escuchás? escuchás Machu Picchu, el río contra las piedras o más. Un latido que es todo o algo parecido; y escuchás y tenés una lágrima que nació, que escucha y casi se incendia en el borde del ojo. Pero estás mordiéndote las muelas, tanta presión. Sabés que ése es el latido que vale mundos y lo tenés tan cerca, un corazón a 5cm de tu oreja, un corazón a 5cm piel adentro y las sábanas sagradas de transpiración. Sabés que si alejás la oreja es para siempre y te querés incendiar con la lágrima y las muelas de dolor.

Se acomodaron para ver la película grabada en VHS. El rincón de los almohadones y la lámpara, oscuro, los libros de la biblioteca hoy no proyectan la sombra y el encastre sobre la pared. Sólo pared y sábanas.

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